Con una adhesión de 4.616 de sufragios en La Araucanía, 3.261 en la Región Metropolitana y 490 en Valparaíso (sin contabilizar el resto de las ciudades, como Parinacota, donde alcanzó 46 votos; Antofagasta, 110; y Coquimbo, 131), Rosa Catrileo se transformó, a los ojos de algunos analistas, en la “sorpresa” de los escaños reservados para la Convención Constituyente. Como ella misma lo subraya a The Clinic: “Me lo han planteado en varias oportunidades, y es como: ‘¿De dónde apareció?’”. Pero lejos de ser una sorpresa, parece ser uno de los sellos de quienes lograron un cupo para escribir la nueva Constitución: historia de vida vinculada a los territorios, trayectoria en el movimiento autonomista y una visión propositiva para ser parte de la redacción de las políticas que establecerán un nuevo marco de relaciones sociopolíticas.
En su punto de vista, la reivindicación mapuche no apunta a crear nuevos derechos: “Los derechos colectivos mapuche ya están vigentes. Lo que no ha sucedido es la materialización de esos derechos. El Estado se ha negado a materializar esos derechos, a realizar políticas que permitan que los colectivos de los pueblos originarios puedan materializar, puedan llevar a los hechos, puedan llevar a la práctica sus derechos”.
¿Cuáles serían esos derechos? Primero, “reconocer al pueblo mapuche y a los pueblos originarios como sujeto de derecho, no como objeto de derecho, sujeto de derecho es que sean titulares. Lo otro es qué derecho. Bueno, partamos por el básico: tierra y territorio son la principal preocupación que vamos a llevar a la convención, por qué es tan importante la devolución de tierra y territorio porque es la base material para el ejercicio de los demás derechos colectivos, si nosotros no tenemos territorio definido es difícil que podamos pedir materializar los otros derechos políticos”.
“Yo estoy muy preocupada del tema de tierra y territorio por mi vinculación con varias comunidades que están en proceso de recuperación”. En la Nueva Constitución, Rosa peleará por logar que las perspectivas las comunidades queden “establecidas como una prioridad política”. Para lograrlo, dice que debe darse una unión en los constituyentes mapuche, “aquí no van a ver longko, ni jefe, ni voceros. Estamos en una relación de tú a tú”.
Por eso hace un llamado a que creemos mecanismos para que las comunidades sean partícipes del proceso, “siempre vamos a ser la cara, pero en realidad los cerebros van a estar atrás, que van a ser las comunidades, los dirigentes, los longkos. Con ese espíritu nos vamos a reunir con los demás porque tampoco podemos ser una arena dentro de la playa, tenemos que hacer alianzas primero entre mapuche y luego con las otras bancadas que deseen estar con nosotros o en sintonía que nos permitan llevar la discusión no solamente a los temas sino a aprobar las ideas que nosotros podamos proponer”.
“En la Nueva Constitución, Rosa peleará por logar que las perspectivas las comunidades queden “establecidas como una prioridad política”. Para lograrlo, dice que debe darse una unión en los constituyentes mapuche, “aquí no van a ver longko, ni jefe, ni voceros. Estamos en una relación de tú a tú”.
¿Y cuáles serían los otros derechos?, le consulto. “Por supuesto, la Autodeterminación con miras a la Autonomía, eso es también muy importante –aclara–, si no, nos va a pasar lo que ocurrió con las constituciones de Bolivia y Ecuador que quedaron con muchos derechos reconocidos para los pueblos indígenas en sus constituciones, sin embargo, a la hora de materializarlos se vieron enfrentados a las trabas burocráticas, vieron que no reflejaban el territorio, vieron que finalmente incluso era muy difícil optar a los estatutos de Autonomía que se reconocieron, por ejemplo, en la Constitución de Bolivia”. Comenta que considerando esta experiencia se debe aprobar un Estatutos de Garantía donde el Estado se comprometa a ser un garante del cumplimiento “para que nosotros podamos ejercer nuestro derecho”.
Este derecho consuetudinario es un derecho colectivo. Por ello plantea que indagar en los antecedentes históricos permite fundamentar la demanda indígena por la propiedad de tierras y territorios la que se enlaza con la concepción colectiva, ya que no existió en la historia mapuche ni en su cosmovisión “la propiedad individual”.
Para llevarlo a la práctica, se necesita un territorio que define como “un área geográfica o un espacio de la naturaleza que se encuentra bajo la influencia cultural y el control político de un pueblo”. Mientras que Tierra la define como “la porción de ese espacio que es apropiable por un sujeto individual o colectivo”.
“La Autodeterminación con miras a la Autonomía, eso es también muy importante –aclara–, si no, nos va a pasar lo que ocurrió con las constituciones de Bolivia y Ecuador que quedaron con muchos derechos reconocidos para los pueblos indígenas en sus constituciones, sin embargo, a la hora de materializarlos se vieron enfrentados a las trabas burocráticas”.
En el caso de Chile las normativas no reconocen la propiedad colectiva, debido al régimen establecido en Chile que se basa en la “propiedad individual”. “Se hace aún más difícil ejercer este derecho, debido a que el ejercicio de los derechos colectivos son contrapuntos al derecho de propiedad privada que se ha desarrollado en la óptica del Estado chileno. Todos estos cruciales temas son los que “debemos ir a debatir en la futura Constitución”, subraya.
Salirnos del Küme Mongen
¿Cuáles serían los principios mapuche que deberían permear la Constitución?, le consulto a la lamgen Rosa Catrileo. Ella dice que primero salirse del concepto del Küme Mongen, “es una traducción del Buen Vivir andino”. Explica los encuentros que ha sostenido con distintos y distintas conocedoras de las tradiciones mapuche, entre ellos su misma dupla en las elecciones, Benito Cumilaf. A través de su persona destaca a Armando Marileo, un ngenpin de la zona del Budi del Rewe de Panku, pues fue su persona las que les planteó superar los conceptos de otros pueblos por “nuestros propios principios. Ahí veíamos que el concepto que tiene sentido para nosotros, es yamuwün mogen, “que es el respeto por todas las formas de vida, no solamente de las personas, sino también de toda la biodiversad que existe en nuestro territorio y no solamente lo que se ve, sino también lo que no se observa, porque nosotros somos un pueblo con una rica espiritualidad y en ese sentido, por ejemplo, ese principio nos lleva a hacernos cargo de la protección más allá de lo que se dice en los derechos de la naturaleza”.
“Para nosotras la protección implica percibir con un sentido de protección de las espiritualidades que son los ngen. Nosotros decimos que hay muchos que señalan que queremos un cambio de modelo, el modelo que queremos, y nosotros decimos bueno miremos a los pueblos indígenas, miremos al pueblo mapuche, nosotros tenemos esos principios que hacen un cambio de modelo, que permiten un cambio. El pensar en la protección de esta naturaleza más allá de lo que se ve implica una mirada distinta, agrega.
Esa mirada es una “visión holística, está en el principio de la reciprocidad que es también la dualidad”. En su programa lo destaca como el reconocimiento del Küme Felen; es decir, el equilibrio o bienestar de las personas consigo mismo y en todo el entorno natural que lo rodea. Para lograr el bienestar mapuche se debe dar acompañamiento comunitario, conforme a lo que denomina Witrankontuwün, de las personas más vulnerables del territorio, los ancianos y quienes están en peligro ante la pandemia del Covid-19.
En relación con la baja participación electoral del pueblo mapuche en torno a los escaños reservados, endosa la responsabilidad al gobierno: “Hubo mucha desinformación del proceso constituyente en general, pero de los escaños reservados, nada de información en las comunidades. Nosotros visitamos a lo menos sesenta comunidades, en distintas comunas, y todas las veces llegábamos, nosotros empezábamos a conversar del tema de la Constitución. Algunos ni siquiera sabían que iban a cambiar la Constitución, no tenían idea que había voto mapuche”. A juicio de la lamgen Catrileo, el propósito fue la no participación mapuche en el proceso, de ese modo deslegitimar a los representantes que pudieran salir y también para decir “con qué peso vienen ustedes a poner estos temas”.
A pesar de las condiciones adversas, mantiene la esperanza y hace un llamado a ser realista ante el proceso que se inicia pronto. “La Constitución no va a venir y cambiar nuestra realidad y al día siguiente tenemos la Autonomía, y nos autogobernamos y definimos nuestro territorio. Eso no va a ser. Es iluso pensarlo y es mentira las personas que señalan eso, pero sí vemos a la Constitución como una herramienta para nuestro objetivo final que siempre va a ser la Autonomía, el ejercicio del derecho de Autodeterminación manifestado en la Autonomía. Ese es el norte que nosotros como candidatura nos hemos fijado. Ahí coincidimos con muchas organizaciones que llamaron a no votar, pero también están apuntando hacia la Autonomía”, advierte.
Por ello dice que la tarea de los constituyentes mapuche es presentarse en todas las comisiones, sobre todo en la redactora, “es la que va a fijar al final el texto definitivo de la Constitución”. En su calidad de abogada subraya: “El punto o una coma hacen la diferencia. Tenemos que estar ahí en todos los ámbitos de la discusión”.
“Hubo mucha desinformación del proceso constituyente en general, pero de los escaños reservados, nada de información en las comunidades. Nosotros visitamos a lo menos sesenta comunidades, en distintas comunas, y todas las veces llegábamos, nosotros empezábamos a conversar del tema de la Constitución. Algunos ni siquiera sabían que iban a cambiar la Constitución, no tenían idea que había voto mapuche”
La experiencia familiar y la militancia
El tuwün (lugar de origen) de la lamgen Rosa Catrileo es la comunidad Ayllan Marillan, en Tromen Huichucon, muy cerca del río Chol-Chol. Ahí nació su padre, profesor rural, que, por las condiciones de conectividad de esos años, enseñó y vivió en la misma escuela. “No había locomoción en esos años”, cuenta de lo que posiblemente sea una variable que permitiría entender su buen desempeño académico a lo largo de su historia, a lo que agrega dos importantes aspectos: su orgullo identitario y su militancia en el movimiento autonomista.
De su lado materno, del sector de Freire, destaca a su familia asociada a la horticultura. “Prácticamente me crié allá, veníamos a nuestra comunidad de origen cuando nuestro papá dejaba de trabajar, en diciembre hasta abril cuando comenzaban las clases en nuestra comunidad”.
La conciencia étnica es un proceso que se va desarrollando a lo largo de la historia de vida. En el caso de Catrileo, fue el momento en que fue a estudiar a la ciudad cuando sintió la diferencia, “que ese otro somos nosotros, que nosotros somos los menos, lo que se mira raro, lo que se ve feo, porque en ese tiempo también éramos como los feos, se usaban los calificativos de flojos, cochinos, borrachos, qué se yo”. Eso lo suplió con el estudio, la forma de revertir el racismo fue siendo “buena alumna permitiéndome no tener tanto conflicto, pero igualmente se hacía notar lo mapuche, lo indio, como decían en ese tiempo. Ahí uno toma conciencia de la diferencia de ser mapuche”.
Esa experiencia la hizo vincularse a la militancia política luego de darse cuenta de esa “realidad histórica que tú tienes como pueblo, que tú perteneces a un pueblo que tiene una historia. Esa conciencia me lleva a investigar, a estudiar” señala. Destaca en ese proceso a su profesor de Historia, Ramón Cabello, quien le fue relatando episodios de historia mapuche e influyó en su discernimiento individual dentro de un colectivo como pueblo. E incluso, ese mismo profesor fue quien le dijo: “Tú aportarías mucho más a tu pueblo siendo abogada”. Así fue como, desde el Liceo Municipal de Freire, con un 80% de estudiantes mapuche, sin mucha identidad étnica de lucha en sus pares –aunque sí identitaria– comenzó a trabajar para ingresar a la Universidad.
En la Universidad Católica de Temuco, desde la Escuela de Derecho, se vinculó a los mapuche que vivían en los hogares de estudiantes. Fueron años de intensa politización en el marco de las reivindicaciones del pueblo mapuche: la gestación de un movimiento autonomista que sacudió a los y las mapuche desde la década de los 80 y fue tomando mayor énfasis en los 90 con el nacimiento de Aukiñ Wallmapu Ngulam y luego de la Coordinadora de Comunidades en Conflicto Arauco-Malleco. Hacia el nuevo milenio, el Centro de Estudios Liwen continuó publicando sus textos sobre la historia mapuche, Autonomía y Autodeterminación. Surgió el Partido Mapuche Wallmapuwen, el diario autonomista Azkintuwe y en 2006 se publicó el primer libro de Historia Mapuche: “¡Escucha, winka!”. En La Araucanía, las recuperaciones de tierras se extendieron, como una buena cosecha de lo sembrado por décadas por las militancias mapuche, teniendo como telón de fondo una historia de despojos territoriales y vulneraciones.
Los antiguos conflictos se desempolvaron, los sectores conservadores de la Araucanía lo asociaron a una nueva “Reforma Agraria” y los militantes mapuche sostuvieron que era parte de la reconstrucción de Wallmapu. El incendio de los tres camiones de forestal Arauco a fines de 1997 dio un vuelvo histórico: el futuro es la Autonomía.
“La Constitución no va a venir y cambiar nuestra realidad y al día siguiente tenemos la Autonomía, y nos autogobernamos y definimos nuestro territorio. Eso no va a ser. Es iluso pensarlo y es mentira las personas que señalan eso, pero sí vemos a la Constitución como una herramienta para nuestro objetivo final que siempre va a ser la Autonomía, el ejercicio del derecho de Autodeterminación manifestado en la Autonomía”.
A Rosa Catrileo le tocó vivir como estudiante el comienzo de las movilizaciones por la libertad de los prisioneros políticos mapuche del caso Lumaco. Dentro de las muchas aristas de éste, uno que permea la discusión es sobre la cuestión de la propiedad de la tierra. Fue el tema que ella estudió en su tesis: “La propiedad colectiva, los pueblos indígenas y el sistema interamericano de protección de los derechos humanos”, quedefendió en 2004 en la Universidad Católica de Temuco, en el preciso momento en que su compañero de toda la vida, el peñi Julio Marileo, fue detenido y procesado bajo el marco de la Ley de Seguridad Interior del Estado, en el marco de recuperaciones de tierras en Collipulli.
“Vivimos eso como familia por 14 años, que implicó la condena, finalmente por las firmas y el trabajo silencioso que nosotros hemos hecho junto con él y con mi familia… Con el resto de mi familia hemos estado vinculados siempre a lo que se denomina conflicto mapuche. Con los presos, con los heridos, etcétera. Es un trabajo silencioso, porque nunca me ha gustado la figuración pública. De hecho, esta candidatura (a la Convención) fue muy pensada de mi parte”.
Tal vez todos estos antecedentes explican lo que ella ha discernido en relación al concepto de propiedad, como lo explica ella misma en su tesis: “El derecho de propiedad se encontraría vinculado con el derecho consuetudinario indígena el que a su vez se relaciona con el derecho a la Autodeterminación, que implica no sólo la facultad del pueblo de darse su propia organización política, sino también decidir sobre su forma social y cultural incluido el ejercicio de su derecho propio el que tiene formas particulares de entender la propiedad”.
Eran los años de la Operación Paciencia, un trabajo de inteligencia policial que esperó desarticular a las comunidades adscritas al Control Territorial (recuperaciones de tierras bajo la noción de Autodeterminación en base al ejercicio de la siembra colectiva que desarrollaría en la práctica el Itrofill Mongen) y la detención de los referentes (voceros, pu Longko, militantes) de la organización. El gobierno de Ricardo Lagos, junto con el alto mando de Carabineros de Chile, desarrolló dicha política contrainsurgente que hacia el año 2004 Jorge Correa Sutil denominó como una “exitosa y sistemática labor de inteligencia policial denominada Operación Paciencia”.
“Esa experiencia la hizo vincularse a la militancia política luego de darse cuenta de esa “realidad histórica que tú tienes como pueblo, que tú perteneces a un pueblo que tiene una historia. Esa conciencia me lleva a investigar, a estudiar” señala”.
Este acto detuvo momentáneamente el ascenso del movimiento autonomista, el que sumado al asesinato de Alex Lemun Saavedra (2002) por el accionar de Fuerzas Especiales, la detención de Autoridades Tradicionales (2003) y la Operación Paciencia (2004), son el contexto a lo que Karinna González, Eduardo Mella y Rodrigo Lillo, catalogaron como: “la política de criminalización del movimiento mapuche”.
Al mismo tiempo que se desarrollaba el “garrote” comenzó a formularse las políticas de reconocimiento, primero “Verdad Histórica” y luego propuestas de reconocimiento, bajo el nombre de “Nuevo Trato”, que suscribió los derechos colectivos del pueblo mapuche bajo el marco del neoliberalismo que dio nacimiento al multiculturalismo como método de detener el ascenso del movimiento autonomista.
Autodeterminación
Para Rosa Catrileo, los Derechos Humanos “son aquellos que corresponden a la persona humana en razón de su propia naturaleza y que deben ser reconocidos y respetados por todos los ordenamientos jurídicos nacionales e internacionales”. A su vez, los derechos colectivos son los que corresponden “a una entidad colectiva natural con intereses colectivos y con personalidad propia, distinta y diferenciada de los sujetos individuales que la integran”. Dentro de aquellos se encuentra los “derechos que reclaman los pueblos indígenas entre otros grupos humanos”.
Los pueblos indígenas son la vanguardia de los derechos colectivos y de ser sujetos de la misma índole, por ende, estos se encuentran suscritos a “la supervivencia del grupo”, a la preservación de su cultura “y con la identidad cultural relacionada a la vida del grupo y organización social”, dice Catrileo. El punto del conflicto en términos de derechos, sostiene, son las dos concepciones, contrapuesta entre los derechos indígenas y los derechos de liberalismo clásico individual. Mientras los primeros impulsan una noción colectiva, la segunda niegan dicho ámbito.
De estas reflexiones han emanado sus posiciones políticas en relación con la Autodeterminación. Lejos de tomar distancia de las organizaciones autonomistas, las resignifica como parte de la historia política del pueblo mapuche. En referencia a la Coordinadora de Comunidades en Conflicto Arauco-Malleco, sostiene que es “una organización que ha contribuido a la visibilidad de las demandas del pueblo mapuche, también hay una estigmatización contra ellos que yo no comparto”. Aclara no tener vínculos con la organización, salvo algunas amistades. Pero subraya que esta organización permite marcar “el fin de los consensos. Marca el inicio de otro período”.
A partir del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Declaración sobre los derechos de los pueblos indígenas del año 2007, Rosa Catrileo plantea que existe un ambiente internacional a favor de los derechos indígenas. Por eso tiene esperanzas en el proceso abierto: “Yo creo que también es un proceso que va a contribuir, espero, por lo menos yo voy con ese espíritu, para la materialización de los derechos colectivos mapuche, por lo tanto, es un hito que viene a cambiar en la forma en que nosotros nos mostramos frente al Estado y frente a la sociedad”.
“Con el resto de mi familia hemos estado vinculados siempre a lo que se denomina conflicto mapuche. Con los presos, con los heridos, etcétera. Es un trabajo silencioso, porque nunca me ha gustado la figuración pública. De hecho, esta candidatura (a la Convención) fue muy pensada de mi parte”.
“Los pueblos indígenas son portadores de tradiciones comunitarias, que tiene una visión sobre la propiedad colectiva de la tierra, un sentido de pertenencia que no es exclusivamente individual sino también grupal y comunitaria” refuerza. A ello debe agregarse la relación que tienen los mapuche con la tierra, comprendiendo que su base fundamental es la cultura, la vida espiritual, la integridad y supervivencia económica asociada a un Territorio histórico. De esta reflexión, la lamgen Catrileo insiste en el tema de tierra y territorio: “Debe quedar establecido en la nueva Constitución. Tuve vinculación con varias comunidades que están en proceso de recuperación, entonces una de las demandas que ellos me plantearon fue solucionar el tema territorio”.
Para lograrlo debe forjarse con la dualidad en un plano de la horizontalidad. Esta concepción la enfatiza a lo largo de la conversación, para dar cuenta de Benito Cumilaf, su alterno en la postulación a Escaños Reservados. Son una dupla de trabajo, con el cual seguirá haciéndolo en los debates que se inicien en las próximas semanas; es una propuesta colectiva, con quien destaca como un conocedor de la cultura mapuche, hablante de mapuzungun y un trabajador en la revitalización del idioma: “Él va estar aquí conmigo porque somos una dupla”.
Establecer esos estatutos de garantía en materia de derechos colectivos, lo mismo dice a la hora de abordar la “jurisprudencia, por ejemplo, de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en materia de derechos indígenas”. Lo que recomienda la constituyente es que se observen esas jurisprudencias en un sentido de interpretar de manera evolutiva para que se “materialicen los derechos”. Recomienda tener en consideración las sugerencias dictadas por la Comisión Interamericana, que dice a los Estados “cómo actuar frente a los derechos colectivos indígenas”.
“Tiene esperanzas en el proceso abierto: “Yo creo que también es un proceso que va a contribuir, espero, por lo menos yo voy con ese espíritu, para la materialización de los derechos colectivos mapuche, por lo tanto, es un hito que viene a cambiar en la forma en que nosotros nos mostramos frente al Estado y frente a la sociedad”.
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